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La lección de Natalia


Había una vez una niña llamada Natalia, ella era muy estudiosa y trabajadora, recién había empezado su nueva vida en la Ciudad de México, ella asistía a una gran escuela llena de miles y miles de alumnos donde veía caras nuevas todos los días, y aprendía de cada maestro en todas las clases.

Ella era de las mejores de la clase, sin mencionar, que era una persona muy bondadosa con todos, muy dedicada y honesta siempre, sin embargo, cuando se enojaba podía ser muy mala a veces y ella lo sabía, pero siempre trataba de dar su mejor sonrisa.

Un día Natalia tuvo que ir a la escuela muy temprano porque tenía un examen muy importante, y no había pagado la colegiatura así que llevaba la tarjeta de crédito que le dio su papá exclusivamente para eso, así que llegó, pagó y se decidió a presentar su examen, fue de las primeras en salir porque había estudiado mucho, así que fue a la biblioteca a leer un poco antes de poder irse.

Para cuando acabo de leer un poco, fue a buscar sus cosas para irse a casa.

Al llegar a su casa, se da cuenta que le empiezan a llegar mensajes de que gasto mucho dinero en ciertas tiendas, al principio pensó que tal vez era su madre haciendo unas cuantas compras, pero en eso el último mensaje decía “50mil pesos” ella se asustó y rápidamente vió cual tarjeta se había usado, y en eso se da cuenta que era la tarjeta de su papá.

¡La buscó por horas y al no hallarla, se dio cuenta que se la habían robado!

Buscó y buscó, finalmente gracias a las cámaras de las tiendas donde se había gastado el dinero, encontraron al ladrón, ¡y resultó ser su propia compañera de clases!

Natalia al saber esto se enojó mucho, y estaba a punto de ir a buscarla y gritarle todo por lo que la hizo pasar, pero en eso al hablar con su papá ,él explicó que no había ningún problema, que él hablaría con los padres de la niña y podrán reponer el dinero, Natalia muy enojada y angustiada se fue a dormir, esperó a recibir la tarjeta de crédito que su padre le prestó de regreso.

Al día siguiente confrontó a la niña, y al verla ella se disculpó enormemente y se arrepintió de todo lo hecho, ella dijo que le regresaría cada centavo, al oír esto Natalia recordó las palabras de su padre, y decidió inhalar, exhalar, y decirle “está bien, te perdono”, y ahí aprendió que hacer algo horrible, nunca te hará una persona horrible.

Pedir perdón nos hace humanos, y la necesidad de hacerlo nos trae beneficios tanto al otro como a uno mismo, y esta historia nos enseña a que pedir perdón tal vez no siempre nos garantice que las cosas siempre estarán bien, pero sí que tú mientras puedas perdonar aun estarás bien.


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